La audiencia que se dio cita en el Teatro Juárez llevó a cabo un recorrido por el sistema solar gracias a la extraordinaria ejecución de “Los planetas” de Gustav Holst por parte de la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Guanajuato (OSUG), espectáculo musical que dio paso al cierre de la primera temporada de conciertos del 2024.
El programa 12° contó con Catherine Larsen-Maguire como directora invitada, además del Ensamble Coral del Departamento de Música y Artes Escénicas UG y del Coro de la Universidad de Guanajuato, bajo el mando de los maestros José Francisco Martínez y con Félix Benjamín Torres, respectivamente.
Engendrada durante “La Gran Guerra”, la suite orquestal del compositor británico nacido el 21 de septiembre de 1874 presenta en siete movimientos (excepto Plutón) a los cuerpos celestes que orbitan alrededor del Sol. La Orquesta Universitaria, acompañada de una proyección de video sobre el proscenio, interpretó las notas de: Marte, El mensajero de la guerra; Venus, El mensajero de la paz; Mercurio, El mensajero alado; Júpiter, El mensajero de la alegría; Saturno, El mensajero de la vejez; Urano, El hechicero y Neptuno,  El místico.
Lo anterior fundamentado por el propio Holst a partir del significado astrológico de cada planeta, ya que los antiguos alquimistas los catalogaron como el “sistema energético que rige el destino de la humanidad”.
Como un homenaje al escritor Guillermo Agudelo Valencia y su poemario Estampas y elegías (1960), la OSUG consumó el estreno en Guanajuato de Parajes de la memoria: La selva, pieza compuesta por Graciela Agudelo en 1993 y que sería estrenada un año después por la Orquesta Filarmónica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) bajo la dirección del maestro Ronald Zollman.
“Es una obra memoriosa y paisajista, basada en las imágenes que a mi fantasía transmitió mi padre –americano oriundo de la Amazonia colombiana- en cientos de narraciones y poemas evocativos de la selva y del trópico ardiente. El oro crepuscular del follaje, los loros, el cocotero y el turpial; el picacho andino, el cóndor y la tribu quimbaya; caimanes, boas y jaguares; orquídeas y bohíos; el indio huitoto, esteros y piraguas; el guadual, el martín-pescador en el río patriarcal y muchas otras estampas y elegías del paisaje alimentan esta obra cuyo discurso –no descriptivo- culmina evocando también al hombre mestizo actual de nuestro continente. Está dedicada al  recuerdo de mis padres, y su realización fue auspiciada por una beca de alto nivel otorgada por el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (hoy Sistema de Apoyos a la Creación y a Proyectos Culturales)”, mencionó en 1994 la compositora mexicana en una redacción preparada para comentar dicha obra.
El compositor mexicano Silvestre Revueltas también hizo eco en el mítico inmueble de la capital del estado a través de la destreza mostrada por la sección de metales de la legendaria agrupación musical de la Máxima Casa de Estudios de la entidad.
¡Mayombe-bombe-Mayombé!
Sensemayá, la culebra
¡Mayombe-bombe-Mayombé!
Sensemayá, no se mueve
¡Mayombe-bombe-Mayombé!
Sensemayá, la culebra
¡Mayombe-bombe-Mayombé!
Sensemayá, se murió
Basado en el poema Sensemayá de la colección West Indies Ltd. del poeta cubano Nicolas Guillen, se exhibió la melodía homónima inspirada en ritmos de origen africano y en los que Revueltas concibió, entre 1937 y 1938, un peculiar patrón rítmico de 7/8 para registro profundo de la orquesta.
En este esperado concierto, el público llenó el Teatro Juárez y celebró la actuación de las y los músicos con una calurosa y prolongada ovación.