La Dra. Pooja Vinod Kshirsagar es una vulcanóloga originaria de la India, quien se considera a sí misma una mujer con actitud firme, y con confianza sobre las metas que quiere alcanzar. Llegó a México para realizar su postdoctorado en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y, desde hace siete años, es profesora-investigadora de la Universidad de Guanajuato.

Actualmente está adscrita al Departamento en Minas, Metalurgia y Geología, de la División de Ingenierías. Forma parte del Sistema Nacional de Investigadoras e Investigadores con una línea de trabajo enfocada al campo volcánico de las regiones circunvecinas. Además, participa en proyectos sobre los volcanes activos en México y en Guatemala, entre otras colaboraciones sobre aguas termales, yacimientos minerales y materias cancerígenas.

La Dra. Pooja relata comparte que su interés por la ciencia nació a los 14 años, al experimentar un terremoto. Preguntó a su papá las razones del fenómeno, pero no quedó satisfecha, por lo que comenzó a investigar y, conforme aumentaron sus descubrimientos, también su curiosidad. Otro elemento decisivo en su vocación, fueron los hábitos cultivados en su niñez por su padre, quien la llevaba a acampar y practicar senderismo; el trabajo de campo y la cercanía con la naturaleza es algo que ama. El volcán Kīlauea, en Hawai, es su favorito y tiene un enorme significado para ella, pues visitarlo con su padre era un plan que no alcanzó a concretarse y ahora las cenizas de él reposan ahí.

Sobre la elección de su profesión, refiere una oposición inicial por parte de su familia, pues en India no hay volcanes activos, pero la confianza en sí misma fue un factor clave para el logro de su sueño, así como haber llegado a conocer el volcán de Colima, a cuyo encuentro aspiraba desde su doctorado en la India con una imagen que la acompañaba en su escritorio.

“Siempre se ha dicho que la Geología es una profesión de hombres, pero veo que ya, poco a poco, está llegando el cambio”, indica y explica que la diferencia en el porcentaje de hombres y mujeres en su ámbito era aproximadamente 80-20 hace diez años, mientras que ahora, en las generaciones a quienes da clase, es 50-50. “Las mujeres ya saben lo que quieren hacer; nosotras como investigadoras con experiencia las podemos guiar bien en cuanto a qué camino tomar”. Añade también sobre las dificultades por cuestión de género que las mujeres son conscientes de la situación desde el principio de sus carreras y eso aumenta su determinación: “He visto alumnas exitosas, trabajando en buenos puestos y lo están haciendo bien, disfrutando”.

Para la Dra. Pooja, es importante la presencia de las mujeres en la ciencia y la calidez emocional en un trabajo que podría tornarse mecánico. “Los muchachos se sienten seguros y cómodos al andar en campo y hablar con las maestras. En mi caso, procuro llevar un vínculo de amistad y escucharlos con respeto, estar al pendiente si tienen problemas o están batallando con algún tema; creo que ellos pueden sentir confianza para acercarse y trabajar”. Considera que, en un nivel de conocimiento e investigación avanzado, no habría por qué existir una diferencia entre la perspectiva profesional de un científico y una científica.

En cuanto a las brechas de género, la Dra. Pooja dice no haber padecido ese obstáculo directamente, aunque las circunstancias lo hayan propiciado. “Si uno sabe a dónde quiere llegar y hace su trabajo bien, el mismo trabajo va a hablar. (…) Lo comento desde mi experiencia teniendo como origen un país muy cerrado donde las mujeres batallan mucho. Mis profesores veían que sí traía la actitud de aprender y practicar. (…) Es importante estar en un espacio donde haya hombres con un pensamiento progresivo. Con las nuevas generaciones, siento que es más fácil”. Durante su estancia en la UG, comparte, ha tenido oportunidades justas y equitativas, a diferencia de otros países.

Al igual que otras científicas, considera la crianza un elemento clave para el éxito. “Si tu familia te ayuda a crecer, a ser una mujer con confianza y te enseña a enfrentar situaciones, a saber poner límites y percibir la intención para tomar precauciones, puedes seguir y el trabajo habla”. Observa también que una mujer fuerte tiene una energía radiante que es evidente y atrae el apoyo, y que es muy importante la salud mental y la inteligencia emocional para aprender de los problemas y fortalecerse.

Como una mujer en la ciencia, desea colaborar en muchos más proyectos donde pueda aplicar nuevas técnicas para el estudio de los volcanes, enriquecer la rama de las aguas geotérmicas a nivel mundial y ver a más alumnas profesionistas en el ámbito internacional: “es una de las metas de mi trabajo”.