“La sustentabilidad nos genera creación e innovación para beneficio de toda la sociedad y para tener un mundo mejor”, sostiene la Dra. Alma Hortensia Serafín Muñoz, profesora e investigadora de la Universidad de Guanajuato, quien participa en un desarrollo científico que busca ser respetuoso, sustentable y compatible con políticas ambientales: el “Dispositivo de presión manual en aplicación con método para producir pellets, de diferentes biomasas, como biocombustible sólido sustentable”.
En entrevista con la Dra. Alma Hortensia Serafín Muñoz del Departamento de Ingeniería Civil y Ambiental de la División de Ingenierías, Campus Guanajuato, y comparte el impacto que representa este desarrollo científico.
“Comenzamos a trabajar con el desarrollo de tecnologías asequibles y sustentables porque precisamente si queremos trabajar y si nuestro enfoque es hacia las comunidades rurales y marginadas, necesitan dispositivos, herramientas, o prototipos que realmente se puedan adaptar a sus necesidades”, indicó la investigadora de la Universidad de Guanajuato.
Se trata de un dispositivo de presión manual, con una gran versatilidad de uso que va desde el doméstico hasta escala piloto industrial (microempresa). Además de un fácil montaje y diseño mecánico de operación manual, el cual cuenta con un número reducido de piezas, con el cual se obtienen pellets cilíndricos tubulares.
Estos pellets se pueden obtener de diferentes constituciones de biomasa, y con una gran variabilidad en sus usos como: biocombustible sólido, alimento para animales de granja, preservación de alimentos agrícolas entre otros, para ello no se requiere del uso de energía eléctrica.
En el desarrollo de esta tecnología, cuya pertinencia social busca la asequibilidad de comunidades rurales permitiéndoles empoderarse de sus recursos naturales y lograr una sustentabilidad, también colaboraron la Dra. Mayela Janeth Zavala Sánchez, y el Dr. Luis Enrique Mendoza Puga, con este proyecto integral que a su vez propone la invención de la metodología, composición, y generación de pellets como biocombustibles sólidos y el dispositivo de presión manual.
“Cada comunidad tiene una biomasa residual que es muy propia de cada región, puede ser proveniente por ejemplo de la cosecha de trigo, del maíz, y entonces diseñamos una forma para que tengan más factibilidad de generar los pellets con este dispositivo. (…) Con su biomasa residual pueden generar estos pellets con una metodología muy específica que es muy sencilla: tienes que triturar la biomasa, se hace una aglomeración con algunos aceites específicos para que potencialice la cuestión de la quema, y una vez semihúmedo ponemos en el dispositivo la masa, ya previamente con todo el diseño calculado de las proporciones diferentes de las composiciones, se comprimen suavemente, y van saliendo para pasarlos a estufa. (…) Los rendimientos que hemos obtenido con respecto a la implementación han sido muy buenos en las comunidades”, resaltó la profesora universitaria.
En este proceso, la científica destacó el involucramiento de las comunidades rurales quienes mediante sus necesidades aportaron ideas para el desarrollo del prototipo y uso, uno de estos ha sido el pelletizar alimento, lo que les permite preservarlo más tiempo: “un ejemplo de ellos es el uso del maíz al secar los granos, lo hacen en polvo y con aceite comestible realizan la masa logrando pellets que en un momento dado le vuelven a dar humedad, obteniendo de nuevo la masa para hacer ya sea tortillas u otros derivados del maíz”, compartió la doctora Serafín.
El desarrollo de estas tecnologías continúa para este grupo de investigadoras e investigadores universitarios, a quienes se suma la contribución de la comunidad estudiantil y desde un enfoque multidisciplinar buscan ampliar a más soluciones de problemáticas sociales, por lo que trabajan en la obtención de su propio material de empaque y materia prima producida a través de biomasa residual, esta vez el objetivo de implementarlo en el tratamiento de aguas contaminadas con metales y metaloides.