El profesor Juan Manuel Saucedo
Rocha, docente en la Escuela de Nivel Medio Superior (ENMS) de Guanajuato, es
un ejemplo de cómo un maestro puede transformar vidas. Con más de 40 años de
trayectoria, ha pasado de buscar ejemplos a seguir, a convertirse en uno; y de ser
profesor, a ser compañero de quienes, como él, se dedican a la noble labor de la
enseñanza en la Universidad de Guanajuato (UG).

Su primer contacto con la UG fue cinco décadas atrás, como alumno en la
entonces escuela preparatoria, ahora Escuela de Nivel Medio Superior (ENMS) de
Guanajuato. Posteriormente estudió Ingeniería Química en la la misma institución
y actualmente es docente en la que fue su “prepa”.

Relata que comenzó a impartir clases cuando estudiaba la licenciatura, invitado
por una maestra que tuvo en la preparatoria. Aunque se trataba de materias
“duras”, trataba de imprimirles dinamismo, y poco a poco se convirtió en un
profesor multifacético que se distinguía por demostrar un profundo amor al arte.
Este amor inició hace 35 años, cuando entró en el taller de Teatro de la UG,
conocido como el Teatro Batracio. Así, también comenzó a impartir clases de arte
y teatro, hasta dirigir el grupo de teatro de la ENMS.

Asegura que esta diversidad de intereses le da otro sentido a la docencia, pues en
ocasiones las matemáticas las dice con el arte y expresa el arte con apoyo de las
matemáticas, mostrando así como se relacionan distintas áreas del conocimiento.

La docencia implica crecimiento mutuo
“Me emociona trabajar con las mentes, con lo que enriquece y ayuda a que la
gente crezca, es mi aportación a la sociedad”, comentó el profesor Saucedo, quien
a través del lenguaje corporal de sus estudiantes percibe cómo se sienten, y así
determina cómo llevar la clase, para mantener el interés en la materia.
Asegura que es importante crecer junto con sus estudiantes y tener empatía, ya
que eso ayuda a que ambas partes crezcan en conocimiento. Por eso busca mantener la motivación, y recordar cómo lo que cada persona hace impacta en la
vida de alguien.

“El profe Cepi”
El apodo “Cepi” es reconocido en cada pasillo de la institución. Fue idea de una de
sus alumnas de secundaria, y el profesor cuenta que hay dos versiones sobre su
origen. La primera es que solía usar el cabello hasta los hombros, al igual que el
icónico personaje de Cepillín. Sin embargo, hay una versión más cercana a su
gusto por las matemáticas: la fórmula para encontrar la longitud de la
circunferencia es C= π*d. Al quitar el símbolo “=” quedan las dos primeras letras:
Cπ, que forman el sonido “Cepi”, con el que sus estudiantes identifican al maestro
Saucedo.

Una sólida vocación
A lo largo de estos 50 años de formar parte de la UG, asegura que lo importante
no es una calificación, sino cómo se asimila el conocimiento. Comparte que sus
planes a futuro son continuar como profesor, a pesar de haberse desempeñado
también en áreas administrativas, sabe que su pasión es la docencia y seguirá
ejerciendo esta labor.
Finalmente, invitó a las y los alumnos a que nunca dejen de estudiar, a pesar de
los obstáculos. Por ello, les exhorta a seguir adelante, no ser conformistas y
buscar dar lo máximo para ser mejores en todos los sentidos, tanto en lo
académico como en lo social, y retribuir a la UG por lo que les ha brindado.