A principios del mes de octubre, se otorgó el Premio Nobel de Medicina 2024 a los científicos estadounidenses Victor Ambros, profesor de Medicina molecular en la Universidad de Massachusetts, y Gary Ruvkun, profesor de Genética en la Universidad de Harvard, por el descubrimiento de los microácidos ribonucleicos (microARN) y el impacto que esto ha tenido en el desarrollo de tratamientos contra enfermedades graves, como el cáncer.

Al respecto, el Dr. Jorge Alejandro Alegría Torres, adscrito al Departamento de Farmacia de la Universidad de Guanajuato (UG), explicó que el merecimiento de este premio se remonta a las investigaciones realizadas por los dos científicos desde 1980, mismas que han tenido impacto en otros hallazgos, como el análisis del funcionamiento del ARN de transferencia (ARNt) en el nematodo C. Elegance (Caenorhabditis elegans), publicado en 1998 por los biólogos Andrew Fire y Craig Mello, que los hizo merecedores del Premio Nobel de Medicina en 2006.

Como contexto, el Dr. Alegría señaló que toda la información genética de un organismo con células eucariotas (animales, plantas y hongos) se encuentra contenida en la molécula de ácido desoxirribonucleico (ADN), al interior del núcleo de sus células. Esta información fluye del ADN al ARN en un proceso llamado transcripción, para ser convertido en proteína, donde los fenotipos (características o rasgos observables) son reflejos del genotipo presente en el ADN.

La función del ARN es tan importante que incluso el 1 de agosto se conmemora mundialmente. Existen muchos tipos, entre ellos los casi mil microARN, los ARNt y los ARN mensajeros (ARNm), estos últimos famosos por emplearse en la fabricación de vacunas para el tratamiento de la enfermedad por coronavirus (COVID-19).

El ARN, luego de haber sido sintetizado en el núcleo de la célula, sale al citosol para ser leído (ARNm). Es ahí donde cobran importancia los microARN, pues estos regulan la expresión de los genes y pueden llegar a reprimir a los mensajeros para que los rasgos no lleguen a las proteínas.

“Tenemos cerca de doscientos tipos celulares, cada una con una función específica. Aun con el mismo ADN, cada célula tiene una morfología y función completamente diferente (hepática, nerviosa, dérmica, etc.). Los microARN son complementarios al ARNm y modulan su expresión, regulan o bloquean su lectura”, comentó.

También indicó que los mircroARN pueden servir no solo para el diagnóstico de enfermedades, sino para la terapia de estas. “Si tenemos un gen defectuoso y no queremos que se exprese, podríamos silenciarlo a través de terapia con microARN que bloqueé la expresión o favorezca la presencia de otros”.

En cuanto a implicaciones bioéticas, el Dr. Alegría comentó que, con lo anterior, no ocurriría una modificación del ADN, sino de la forma de su expresión y esto tampoco pasaría a la decendencia. “Ya existen fármacos dirigidos a los ARN, principalmente a los ARNm. Aún están en desarrollo los que implican a los microARN, pues deben pasar por la experimentación y los protocolos”.

Entre los avances médicos destacados gracias al descubrimiento de Ambros y Ruvkun, se encuentra el impedimento de la progresión agresiva del cáncer de páncreas y existen estudios del microARN-122 como blanco terapéutico para combatir la hepatitis C.

En la UG, dijo, se estudia la expresión de algunos microARN vinculados a la regulación de la insulina para prevenir el desarrollo de la diabetes; también para entender mecanismos de las enfermedades cardiometabólicas, problemática imperante en el país.

En colaboración y transversalidad con la División de Ciencias de la Salud, en el Campus León, y la División de Ciencias Naturales y Exactas, en el Campus Guanajuato, se ha trabajado en la medición de los microARN miR-33a y miR155, como mediadores en la acumulación de grasa visceral, entre otros indicadores de enfermedades.

El profesor recalcó que el impacto de los microARN no es privativo de la especie humana y también es posible estudiarlos en el contexto ambiental, por ejemplo, considerarlos como herramienta biotecnológica para de plagas de importancia agrícola.

Finalmente, enfatizó la importancia de divulgar el trabajo de Ambros y Ruvkun, al igual que los estudios subsecuentes, entre la ciudadanía no especializada y hablar con normalidad de los avances genómicos para erradicar los miedos causados por la desinformación. “Creo que hacia allá vamos; hay que observar estos avances como herramientas, marcadores o indicadores de enfermedades”, concluyó extendiendo una invitación para consultar las investigaciones y sus implicaciones en sitios oficiales con acceso abierto, como el portal del Premio Nobel en este caso.

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