Desde hace seis años, integrantes del Departamento de Medicina y Nutrición de la Universidad de Guanajuato (UG) colaboran en los Campamentos Navali, iniciativa del Centro de Desarrollo Indígena Loyola A. C. para atender a niñas y niños de familias campesinas migrantes.
La Dra. Ma. Guadalupe Reynaga Ornelas, profesora investigadora de este Departamento, detalló que dichas familias habitan temporalmente en los campos de chile aledaños a la ciudad de León durante el periodo de pizca (de abril a julio). Estas personas, por lo regular, provienen de comunidades indígenas en Oaxaca y Guerrero y, en su mayoría, son hablantes de la lengua tu’un savi (mixteco).
“Habitualmente, los bebés son dejados entre los surcos bajo la sombra de las plantas o telas que sus madres colocan para poder ir a recolectar. Sus hermanitos mayores a veces los cuidan mientras juegan, aunque desde los seis años también comienzan a trabajar. En general, no tienen vigilancia ni seguimiento sobre si comen o no”, refirió la profesora.
Por esa razón, en estos campamentos, coordinados por la Lic. Fabiola Hernández, se ofrece atenderlos con actividades de educación, alimentación y salud, mientras las madres y los padres desarrollan sus labores. El Centro de Desarrollo Indígena Loyola establece previamente acuerdos con los dueños y líderes de las parcelas para instalarse en el área y, a partir de la gestión de un centro base integrado por voluntario(a)s (entre cuarenta y sesenta personas), se actúa de manera precisa con los materiales recolectados por donación y convenios de colaboración con instituciones profesionales.
La invitación llegó a la UG con el objetivo de verificar el estado nutricio de las y los pequeños (pesarlos, medirlos e identificar su estado de salud general). Docentes y estudiantes universitario(a)s de varios programas educativos (Nutrición, Enfermería, Trabajo Social y Medicina) se han integrado al proyecto, el cual ha marcado una huella en sus vidas.
La nutrióloga Reynaga indicó que uno de los retos es la rotación de familias, pues esto impide realizar un seguimiento y hay que reiniciar la valoración cada año. En los hallazgos, la incidencia ha sido la desnutrición y el crecimiento lento, aunque desde el del año antepasado se observaron algunos casos de sobrepeso y obesidad.
En aras de ayudar a mejorar el estado nutricio, la Mtra. Sandra Balderas, egresada de la Licenciatura en Nutrición de la UG y experta en la gestión de alimentos, en colaboración con un grupo de estudiantes, desarrolló una gordita de garbanzo, pues el primer alimento que se les ofrecía antes era un atole y una pieza de pan de dulce. Se optó por esta leguminosa por aportar una mayor cantidad de proteína en comparación con el trigo, además de disminuir el consumo de azúcar.
Desde 2022, por solicitud del Centro de Desarrollo Indígena Loyola, la Dra. Reynaga y la Dra. Luz Elvia Vera Becerra han desarrollado una propuesta de atole con un mejor contenido nutrimental (más proteína y ácidos grasos, Omega 3 en específico por su importancia en el desarrollo psicomotor), el cual comenzó a probarse e implementarse durante 2023, con apoyo de la comunidad estudiantil, para medir el grado de satisfacción. “La gente le dice ‘atole de granos’, pues tiene una consistencia diferente y no es tan dulce, pero ha tenido buena aceptación”, señaló la investigadora.
Actualmente, se busca traducir estas recetas a la lengua mixteca con el fin de enseñar a las madres el procedimiento y hacer posible que ellas continúen preparándolos cuando migren a Michoacán, San Luis Potosí o Aguascalientes, según la temporada de cosecha.
Esta labor social y los avances de investigación se han presentado en congresos y foros, desde una ponencia-cartel sobre la gordita de garbanzo hasta conferencias sobre la seguridad alimentaria. En la tercera reunión de la Fundación Iberoamericana de Nutrición, durante 2024 en Colombia, su presentación sobre “El estado de nutrición y las prácticas alimentarias de hijos de indígenas trabajadores agrícolas migrantes en vulnerabilidad social” fue galardonada con el primer lugar en la categoría “Comunicación oral”. Este reconocimiento les ha dado la oportunidad de publicar próximamente los resultados en Nutrients, revista de gran impacto en el gremio a nivel internacional.
Para la Dra. Reynaga, esta experiencia ha sido muy significativa tanto por las aportaciones y logros académicos, como por la oportunidad de formar integralmente a la comunidad estudiantil y brindar un servicio con impacto social, rasgo presente en su vocación profesional desde hace tres décadas.
“La Nutriología es una ciencia que abarca muchos aspectos, tanto si te gusta estar en el laboratorio como si te gusta tener contacto con la gente: entrarle a la cocina y hacer experimentos, capacitar, dar cursos, es muy amplío. A partir de evidencia científica, las y los nutriólogos educamos para ayudar a las personas a cambiar hábitos saludables. Donde haya alguien que coma, ahí podemos estar como profesionales. Necesitamos difundir todo este conocimiento y llevarlo a la práctica. Esa es la bondad y la generosidad de la metodología; ver los resultados es altamente satisfactorio. Aún hay mucho por hacer”, concluyó.