La Orquesta Sinfónica de la Universidad de Guanajuato (OSUG), junto a Germán Tort, director invitado, y César Piña, director escénico y de iluminación, ofreció dos conciertos para celebrar el Día del niño y la niña en compañía del público infantil. El programa “De renacuajos y lobos” incluyó dos obras del compositor mexicano Silvestre Revueltas, El renacuajo paseador Cinco canciones para niños, además de Pedro y el lobo Op. 67, del ucraniano Serge Prokofiev.
Para iniciar el concierto, se interpretó Cinco canciones para niños (1939), de Silvestre Revueltas, en su versión para voz y pequeña orquesta. Estas composiciones fueron dedicadas originalmente a la cantante rusa Sonia Verbitzky. El texto de la canción “Caballito” corresponde al escritor español Antonio de Trueba; el de “Las cinco horas” es de autor anónimo, mientras que los de la “Canción tonta”, “Canción de cuna” y “El lagarto y la lagarta” corresponden a Federico García Lorca, pues son parte de la adaptación de un fragmento de Bodas de sangre.
En ese primer momento, destacó la voz de la soprano Carolina Torres, de origen leonés y egresada de la Universidad de Guanajuato (UG), quien cuenta con un importante repertorio y colaboraciones nacionales, como con el Teatro del Bicentenario en León, el Festival del Desierto de San Luis Potosí, el Festival Internacional de las Artes de Lerdo, la Orquesta Filarmónica de Sonora y el Festival Internacional Cervantino, entre otras. Ha sido protagonista de El rey pastor, de Mozart, y de la ópera El retablo del maese Pedro, de Manuel de Falla.
En la música de Silvestre Revueltas, quien es considerado el mejor compositor surgido en Latinoamérica y cercano a las vanguardias de su época, se aprecia exuberancia, sentido del color instrumental y riqueza rítmica inspirada en la música popular mexicana, aun cuando el reconocimiento de su obra, por mucho tiempo, se menospreció a causa de su ideología social y antifascista.
La siguiente obra del mismo autor, El renacuajo paseador (1933), fue pensada como una pantomima con títeres sobre el texto homónimo de Rafael Pombo, adaptado por Roberto Lago, con una nueva versión en 1936 como un ballet pantomima para marionetas, inspirado por el teatro guiñol en la Ciudad de México, a causa de su trascendencia educativa con un lenguaje propio para la niñez y un sentimiento de justicia inculcado de forma divertida.
El estreno de la obra se realizó en 1940, año en que murió el compositor. Esta comienza con una fanfarria y se presenta el tema del renacuajo en el corno francés y luego en las cuerdas, el cual se mantiene en todo el desarrollo. En esta ocasión, el renacuajo fue interpretado por Paulina Servín Hernández, junto a Zazil Aviña Rangel como ratón y mamá ranita; Vania Cervantes Villanueva como ratona y Héctor Emilio Lara Gutiérrez como gato y pato.
Por último, se presentó Pedro y el lobo Op. 67 (1936), de Serge Prokofiev, cuento sinfónico para narrador y orquesta a partir de la famosa fábula clásica. La composición del guion y la música ocurrió a lo largo de una semana por encargo de la directora del Teatro Infantil Central de Moscú, Nathalie Satz. Se estrenó el 2 de mayo de 1936 dirigida por su autor, momento en que su hijo tenía 7 años, con el propósito de ayudar a reconocer los diferentes instrumentos.
Un narrador guía el relato, mientras la orquesta complementa e ilustra lo que se dice. Cada instrumento, con su tema característico, representa a los personajes: pájaro (flauta), pato (oboe), gato (clarinete), abuelo (fagot), lobo (acordes de tres cornos franceses), Pedro (toda la cuerda), disparos de los cazadores (timbales y bombo).
La música de Prokofiev atrae a los niños porque es vivaz y contrastante. En la parte central de la obra, desencadenada por la llegada del lobo, se rompe el equilibrio armonioso inicial que forman los animales en la pradera. El drama se intensifica cuando este se traga al pato y Pedro muestra su ingenio para atraparlo. La historia termina con una marcha triunfal interpretada por toda la orquesta.
La puesta en escena incluyó marionetas y botargas. Como narradores, participaron Paulina Servín Hernández, Zazil Aviña Rangel y Héctor Emilio Lara Gutiérrez. Los personajes fueron interpretados por Heriberto López López (Pedro), Juan Pablo Quintero Prado (lobo), Hannia Lizeth Piñón Mendoza (pajarito), Héctor Jesús Obregón Moreno (gato), Eleonora Aurfali Palacios (pato), David López Mancilla Cazador (abuelo), María Alejandra González Rodríguez y Vania Cervantes Villanueva (cazadores), estudiantes del Departamento de Música y Artes Escénicas de la UG.
El director Germán Tort cuenta con una sólida formación en México, Canadá, Estados Unidos y Francia. Ha estado a cargo de aproximadamente diez orquestas y ensambles. Actualmente, es director del Ensamble de Música Nueva de la Facultad de Música de la Universidad Nacional Autónoma de México, y de los Ensambles de Jóvenes Solistas y de Música Contemporánea de la Escuela Superior de Música del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura.
Por su parte, César Piña, director escénico y de iluminación, es un artista guanajuatense, egresado de la UG, con veinte años de trayectoria, quien ha incursionado en ópera, teatro, televisión, producción, escenografía y vestuario. Igualmente, ha participado en proyectos que, como este, buscan acercar la música clásica a la niñez.
El próximo concierto de la OSUG se realizará el jueves 8 de mayo en el Teatro Juárez, con motivo del Día internacional de las aves migratorias, a cargo del director invitado Enrique Arturo Diemecke y con la participación de Óscar Samuel Esqueda, solista de esta agrupación, en la percusión. Se incluirán obras de Nikolai Rimsky-Korsakov, Claudio Santangelo, Ottorino Respighi e Igor Stravinsky.