El Ensamble Mooti, conformado por cinco integrantes de la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Guanajuato (OSUG), presentó, por primera vez en Guanajuato, el Quinteto para cuerdas en mi mayor, de Ethel Smyth, compositora británica quien vivió entre los siglos XIX y XX, en una gala que también incluyó una de las obras maestras de Franz Schubert, Quinteto para cuerdas en do mayor.
Una de las motivaciones de Héctor Hernández (violín y concertino del ensamble), Urpi Holguín (violín), Lydia Bunn (viola), Michael Severens (cello) y Cintia Presa (cello) es explorar el repertorio escrito para la música de cámara, en cuya empresa destaca el talento acuñado en sus trayectorias, su formación en importantes universidades e instituciones del mundo, así como su participación en prestigiosos concursos, festivales, orquestas y proyectos innovadores.
Según expresaron en la charla previa, es un privilegio para las y los músicos que se incluyan en la temporada de la OSUG conciertos de música de cámara como este, pues requieren una preparación distinta a la orquestal, incluso con mayor exigencia músical y física, además de ser una oportunidad para difundir obras poco promovidas o que siempre han anhelado interpretar.
En cuanto a las obras seleccionadas, ambas tienen en común solamente la alineación instrumental (quinteto con dos violines, una viola y dos cellos) y el siglo en que fueron creadas, pero su contexto de producción y el tono emotivo implicado difieren: la obra de Smyth es una de sus primeras creaciones juveniles con un acentuado brío en los violines, mientras que la de Schubert se enmarca en el ocaso de su vida ante la enfermedad con gran profundidad en los cellos y la viola.
Sobre la figura de Ethel Smyth, es relevante recordar su papel como líder del movimiento sufragista y como una de las primeras mujeres en recibir una educación musical superior. Pese a las restricciones como hija de un militar, se empeñó para especializarse en Alemania recurriendo, incluso, a una huelga de hambre. Más adelante, su activismo la llevó unos meses a prisión, donde organizó protestas desde su celda. A lo largo de su vida longeva, se rehusó a casarse y fue la primera música en ser reconocida por su labor artística como ‘dama’ en la corte británica.
Smyth fue famosa por sus óperas y obras corales, mas sus primeras piezas de cámara poseen gran valor y evidencian una voz propia, aun con la influencia de grandes maestros contemporáneos a ella. Su Quinteto para cuerdas en mi mayor (1883) fue su primera obra publicada a los 26 años, con un estilo romántico, conciso en forma y lleno de lirismo. Consta de cinco movimientos, cuatro de los cuales presentan tempos de moderados a rápidos. El primero se estructura en el marco de una sonata con dos temas contrastantes y atractivos. En la escritura, se observan detalles que dan muestra de la contundencia de su lenguaje musical. El punto culminante es el cuarto movimiento con una serena e introspectiva melodía, cuya sonoridad profunda genera una atmósfera sombría y reverente.
Después del intermedio, fue el turno de la obra magistral de Schubert. En la biografía del compositor, resalta la práctica musical a corta edad en su núcleo familiar. Sorprende que a los diez años cantaba en un coro infantil y tocaba el violín en la orquesta escolar causando impresión en sus maestros, sobre todo por sus primeras composiciones para voz y piano, y piezas para orquesta.
Schubert compuso sin descanso a lo largo de su vida, hasta su deceso a los 31 años. Toda su música se caracteriza por la exaltación romántica, el colorido instrumental y la riqueza armónica y melódica. En cuanto a su Quinteto para cuerdas en do mayor (1828), en él se condensa su expresividad y capacidad constructiva; a su vez, posee el carácter mítico como una ‘despedida de la vida’, pues se estrenó 22 años después de su fallecimiento sin que pudiera escucharla, aunque también se comenta el impacto de un amor imposible como inspiración. En esta ocasión, el escenario ostentó una sencilla escenografía alusiva a las noches bohemias clave para su desarrollo artístico.
En esta obra donde alternan la esperanza y el desaliento, resaltó el empleo del segundo cello, en manos de Cintia Presa, con un papel independiente e incluso protagónico, unas veces tratado al unísono para crear una sonoridad vibrante, otras, enfrentado al resto de los instrumentos o en diálogo —cual voz— con el primer violín, lo que acentuó una atmósfera romántica turbadora. Además, Schubert dobla las dos voces extremas (dos violines y dos cellos, mientras la viola emula una voz interna) para conferir amplitud orquestal a una formación de cámara, con un refinadísimo contrapunto a lo largo de los cuatro movimientos.
Uno de los principales señalamientos a esta obra por parte de la crítica es al respecto de su conclusión, pues presenta una alegría ingenua y popular distinta al resto, pese a que es un asombroso movimiento húngaro que el Ensamble Mooti ejecutó magistralmente.
Al término del concierto, la satisfacción en las y los músicos fue indudable, al igual que su empeño, su compromiso y su cariño al compartir con el público. Lydia Bunn, por ejemplo, esperó viente años para interpretar a Schubert y existe el deseo, como agrupación, de dar a conocer pronto otras obras de Smyth.
La próxima semana, la OSUG se sumará al XVI Festival Espiral Foro Universitario con un programa inspirado en la vida marina. En el Teatro Juárez y con la dirección de su director artístico, Juan Carlos Lomónaco, además de la participación del violinista William Harvey, se disfrutarán obras de Johannes Brahms y Claude Debussy. Los boletos están disponibles en la taquilla del recinto.