Irapuato, Gto. Noviembre del 2020.- Ante la falta de panteones civiles, los
templos del municipio fueron, por años, el último sitio de descanso para cientos de
ciudadanos, cuyos cuerpos eran enterrados en estos lugares de oración.
De acuerdo a datos encontrados en el Archivo Histórico Municipal, esta tradición
perduró desde el siglo XVII hasta el siglo XIX, y era la iglesia católica quien gozaba de
todos los permisos para llevar a cabo los servicios fúnebres de los habitantes del
municipio.
Jorge Conejo, historiador de la dependencia señaló que, los ciudadanos eran
sepultados en templos de acuerdo a su estatus social; así se hizo hasta la Ley de
Reforma, en la que estos derechos pasaron a manos del Gobierno y se crearon
panteones civiles en las orillas de la ciudad.
“Hemos encontrado documentos de indígenas, tarascos y otomíes que solicitan ser
enterrados en los templos de San José y El Hospitalito. Algunas personas que eran
muy, muy pobres que pertenecían a castas como algunos lobos, mestizos, personas
que pertenecías a las clases más bajas”, agregó.
Estos espacios también eran ocupados por los párrocos que, en sus testamentos
asentaban su deseo de ser enterrados en la parroquia, hoy la Catedral, al ser uno de
los primeros espacios en los que se sepultó a la gente.
Para el siglo XIX aparecieron los primeros panteones en la actual Casa de la Cultura,
que tenía como nombre la calle Del Arco, se encontraba un cementerio para los frailes
del templo de San Francisco y algunos feligreses.
Además se contaba con el panteón del templo de Santiaguito, ubicado en el actual
Conservatorio Gustav Mahler, y el camposanto situado a un costado de la capilla de
‘Las Benditas Ánimas del Purgatorio’, entre la Catedral y el Hotel San Francisco.
Las enfermedades eran la principal causa de muerte, aunado a muertes de mujeres en
labor de parto, viruela, ahogados en los ríos que cruzaban la ciudad, accidentes por
caídas de animales de transporte o caídas de altura.
También se encontraban aquellos que mostraban un alto grado de violencia como
duelos a golpes, espadas, cuchilladas, armas de fuego, pelotazos, entre otras.
Los servicios funerarios, implicaban varias horas, se aplicaban lo santos óleos, se leía
un testamento con indicaciones sobre cómo y dónde debían ser enterrados, además,
los ciudadanos recibían invitaciones a los funerales o pompas fúnebres, documento en
el que se estipulaba el horario y lugar, muy similares a las esquelas modernas.
Hoy, en Irapuato se cuenta con panteones públicos y privados, que sirven como última
morada para los ciudadanos, aunque en los templos se continúa dando espacio para
quienes fallecen, que son incinerados y colocados en urnas.
Sin embargo, las visitas a los panteones con motivo del Día de Muertos no podrán
realizarse pues, están y permanecerán cerrados, como una medida más para prevenir
contagios por Covid-19.