Guanajuato, Gto., a 3 de diciembre de 2020.- El cine ha cambiado a lo largo de las últimas décadas, su historia y su arte han transformado a la sociedad, y Guanajuato no es la excepción. Con más de seis décadas de historia, el Cine Club de la Universidad de Guanajuato (UG) ha permitido la evolución de quienes han entrado a sus salas.
La primera función fue un sábado 4 de octubre de 1958, comentó Felipe de Jesús Márquez Márquez, asistente de programación y jefe de foros del Cine Club de la UG, quien era un niño de 10 años cuando fue testigo de este gran evento. Recordó que había una gran expectación en la ciudad, porque se anunció que habría un cine en la universidad.
Recuerda que al subir por las escalinatas ese día, a las 6:00 de la tarde, iba un gran número de habitantes, tanto gente mayor como estudiantes. “Yo iba escuchando, ¿cómo sería posible que el auditorio fuera un cine?”, comentó.
Explicó que ese día el Lic. Eugenio Trueba Olivares, quien en esa época era el Rector de esta Casa de Estudios, habló de la gran trascendencia y alegría de tener un cine dentro de la universidad, después se apagaron las luces e inició la función.
¡De cabeza, la película! gritaron, la quitaron, prendieron la luz y desde arriba se escuchó “un momento, por favor”, y volvió a iniciar. Fueron como cuatro o cinco veces, recuerda. Pero lo más esencial es que nadie chifló o gritó, “Se notaba que había una necesidad de tener un recinto sagrado para nosotros”, afirmó Felipe.
“Al final de la película el Lic. Trueba subió junto a los que estaban proyectando, eran tres y entre ellos José García Garjías, el principal promotor. Debido al éxito, la gente aplaudió por 3 o 5 minutos”, relata con nostalgia.
El gusto de Felipe por el cine lo hizo entrar al Cine Club de la UG. Ahora, este cuenta con más de seis décadas de historia y sigue dando frutos. Comentó que ha sido una gran influencia por la evolución de sus exhibiciones, puesto que se transformó con la Cineteca, con la Muestra Internacional de Cine, el Tour de Cine Francés y varios ciclos con grandes maestros y directores.
“El Cine Club no solamente es una fábrica de sueños, es algo que amplía la mente, que enseña a ver desde otros aspectos, como la situación que se vivió y se vive actualmente”, sostiene Felipe Márquez.
El Cine Club de la UG ha evolucionado gracias a la pasión de quienes han colaborado y por cada una de las proyecciones realizadas por el “cácaro”. En palabras de José Delgado Alvarado, proyeccionista del Cine Club, la denominación “cácaro”, tiene su origen en Guadalajara. Cuentan que había un operador de cine que estaba “cacarizo”, como comúnmente se dice. De ahí alguien del público, que conocía a ese operador, le empezó a gritar: “¡no le cortes cácaro!” y así nació el nombre.
La labor de José Delgado comienza desde recibir las películas, revisar su estado, hacer una prueba para correr la película, verificar que no tengan fallas, y finalmente proyectarla.
Su amor por el “séptimo arte” comenzó alrededor de los 12 años. Sus familiares trabajaban en los cines, por lo cual, pasaba mucho tiempo en ellos. En una ocasión (por alguna travesura que hizo) trató de esconderse dentro de la cabina de cine y uno de los operadores le dijo que se acercara para que aprendiera a proyectar. Ya no quiso salir de ahí, pues ver cómo corría la cinta lo hipnotizó.
Trabajó durante varios años en otros cines y fue hasta 1991 cuando Porfirio Ramírez, que era el encargado del Cine Club en ese entonces, pidió un ayudante y ahí entró José Delgado. Para él significó mucho, sobre todo por el tipo de cine que se proyectaba. “Antes en los cines se proyectaba mucho cine comercial, en el Cine Club se proyectaban películas de arte”, recordó.
Comentó que ha visto varias evoluciones a lo largo de los años: se trabajaba con dos proyectores ya que los rollos que eran de 35 milímetros duraban 10 minutos, después los hicieron de 20 minutos, con proyectores que utilizaban carbones con un lente especial que eran los que daban la luz, después con proyectores de 16 milímetros más sencillos de utilizar, luego un proyector marca Christie que utiliza una lámpara de 2000 watts y así la proyección se mantenía fija.
Cuando llegó la versión digital, se empezó a mandar la película en un disco duro, se descarga a un servidor y de ahí se proyecta. Esta tiene mayor definición en imagen y en sonido, “yo todavía me quedo con el de 35 milímetros, porque a pesar de que mucha gente dice que es muy ruidoso, la luminosidad que da es mejor. A mí me gusta más que el digital”, dijo José.
A 62 años de su nacimiento, el Cine Club de la UG continúa con proyecciones cinematográficas de calidad, y, adaptándose a las restricciones por la pandemia, invita a conocer y disfrutar de su cartelera virtual, que se puede consultar en https://www.ugto.mx/ugentucasa/cineclub