Interseccionalidad, consentimiento mutuo, cultura patriarcal, complicidad, argumentos naturalistas, abuso, privilegios y discriminación, entre otros, fueron los tópicos que se analizaron en el auditorio Sebastián Sanzberro Lastiri, de la División de Ciencias Económico Administrativas (DCEA) de la Universidad de Guanajuato (UG), esto durante la charla “Masculinidades 2.0” a cargo del Mtro. José Pérez Martínez.
“Masculinidades 2.0” es un espacio concebido para promover la igualdad sustantiva entre hombres y mujeres mediante la construcción de masculinidades no violentas, sustentado en el reconocimiento de los derechos humanos, así como en la resolución pacífica de conflictos, con la finalidad de abonar en la erradicación de las violencias contra las mujeres.
El Programa Institucional de Igualdad de Género (UGénero) coordinó actividades en el marco del “25N: Día Internacional de la Eliminación de la Violencia en Contra de las Mujeres”, lo anterior como un recordatorio de las acciones pendientes en la materia y en homenaje a quienes luchan por la vida digna de todas.
El tema central de la Agenda 25N del 2024 es la “Interseccionalidad”, concepto referido a la interacción entre dos o más factores sociales que definen a una persona. Cuestiones de la identidad, como el género, la etnia, la raza, la ubicación geográfica o incluso la edad, no afectan a una persona de forma separada, sino al contrario, dichos factores se combinan de distintas formas, lo que genera desigualdades o ventajas diversas sobre las mujeres.
Los cursos de sensibilización con hombres plantean una breve intervención mediante procesos de reflexión relacionados con diversos temas que se asocian al machismo, la masculinidad tradicional y la violencia contra las mujeres a partir de las conductas violentas ejercidas por los hombres.
Desde la Sede Marfil del Campus Guanajuato, el Mtro. José Pérez Martínez entabló una nutrida conversación con estudiantes de la DCEA, misma que comenzó con el análisis de la perspectiva cultural y ejemplificó con múltiples expresiones artísticas o de entretenimiento que emplean personajes de ficción de sexo masculino, tales como superhéroes, y sostuvo que “todos los ámbitos están rodeados de este espectro donde no mencionamos mujeres y viene el bombardeo de las características que comparten. Ya sea de manera consciente o inconsciente, se crea en los hombres este ficticio de aspirar al cuerpo hegemónico que puede otorgar otra clase de privilegios”, indicó el Mtro. Pérez Martínez.
En ese sentido, se cuestionó entre la audiencia la validación entre hombres, puesto que los mandatos de masculinidad se practican, demuestran, reconocen y consolidan entre sí mismos. Agregó que los varones se encuentran bajo el escrutinio constante de otros varones y es allí donde se avalan y se reproducen muchas de las prácticas nocivas para ellos.
En paralelo, el Mtro. José Pérez definió la cultura patriarcal como “emplear la creación y dominación de los hombres en todos los aspectos posibles”.
Al hablar de ‘privilegios’, se tomó como punto de partida la definición de los privilegios de ser hombre de acuerdo con la activista estadounidense Peggy McIntosh, la cual dicta que se “simula una mochila invisible, que no pesa, llena de provisiones, mapas, pasaportes, libros, códigos, ropa, herramientas o cheques en blanco”.
“Estos privilegios no siempre se ven porque la persona que los porta no se va a dar cuenta hasta que se los señale la persona que no los tiene. Un ejemplo podría ser la pigmentocracia, el color de la piel también trae una serie de privilegios y, aunque no se tenga fundamento, esto se sigue replicando entre las personas”, precisó.
La interseccionalidad, término atribuido a la profesora y abogada estadounidense Kimberlé Crenshaw, se examinó desde un enfoque donde el espectro de privilegio y de opresión condicionan y enfrentan a las personas a situaciones de desigualdad y pueden acarrear agresiones hacia mujeres.
“La masculinidad y la violencia no son sinónimos. Hemos creído que todo hombre con masculinidad es violento, pero más bien es porque la violencia machista se ha encargado de ser una herramienta de los hombres, para que no se cuestione esa misma masculinidad”, apuntó el Mtro. Pérez Martínez, quien acentuó la importancia de visibilizar dichas nociones ya que pueden traer consecuencias graves, como deshumanizar, apropiarse y entender a las mujeres como objetos de servicio o de placer.
Sobre la cultura de la violación, se especificó como un sistema de creencias que fomentan la agresión sexual masculina. Esta se establece en una sociedad en la que las mujeres perciben un continuo de violencia amenazante, que va desde comentarios sutiles, tocamientos no deseados hasta la propia violación o abuso sexual.
“Aquí lo peligroso es que no solamente los hombres heterosexuales son responsables de la cultura de la violación. Los hombres gays, bisexuales e incluso trans también son parte importante de esto porque se sigue entendiendo a la violación como parte de consumir contenido pornográfico hecho para varones”, puntualizó al poner de relieve el caso de Gisèle Pelicot, mujer francesa que denunció a su propio esposo luego de haber confabulado citas sexuales para violarla por al menos setenta hombres durante un periodo de diez años, según versiones oficiales.
“El consentimiento es necesario para establecer cualquier tipo de relación. Tenemos que aprender a dejar de ser cómplices, porque los hombres somos cómplices de otros hombres. ¿Cómo lo haremos? El camino no es fácil, pero, de entrada, podemos dejar de ambicionar los actos de poder y dominación que invariablemente van en detrimento de otros seres”, finalizó el Mtro. José Pérez, quien recibió un reconocimiento por parte de la titular de UGénero, Luz María Velázquez Cárdenas, por su aportación al desarrollo y formación integral de estudiantes de “la Colmena”.