Miles de jóvenes han enriquecido su formación profesional a través del programa “Verano de la Ciencia UG”, el cual se originó en la Universidad de Guanajuato (UG) durante 1994 a cargo de la Dirección de Apoyo a la Investigación y al Posgrado. “La Colmena” fue la primera universidad pública estatal en tener un programa propio de este tipo, después del surgimiento de los “Veranos de Investigación Científica” promovidos por la Academia Mexicana de Ciencias desde 1991.

Ximena Hernández, Valentina Jiménez y Paola Orozco, estudiantes del octavo semestre de la Licenciatura en Químico Farmacéutico-Biólogo de la UG, comparten aquí varias de sus experiencias y aprendizajes al haber sido parte de este programa, el cual tiene por objetivo incentivar las vocaciones científicas y promover la participación de las y los jóvenes en programas de posgrado.

En 2023, Ximena se aproximó al área de la Química Analítica, con la asesoría de la Dra. María del Pilar González Muñoz y la Dra. Teresa Alejandra Razo Lazcano, con un proyecto de síntesis de nanopartículas de oro a partir de extractos naturales. Esto, a partir de la motivación de las profesoras, le dio la oportunidad de asistir al Congreso Nacional de Química Analítica en la ciudad de Puebla para presentar el proyecto junto Salvador Frausto Gascón, compañero ya egresado, y competir ante equipos de otras universidades, donde obtuvieron el quinto lugar. 

“Cuando entré al Verano, no tenía expectativas de ir a otro lado, no sabía que los mismos asesores podían darte esa oportunidad. En un principio, estuvo reñido resultar seleccionada para participar en el proyecto. Cuando fuimos al congreso, estaba nerviosa porque había gente de doctorados o maestrías, pero aprendí mucho. Al preguntarme, los doctores evaluadores me ayudaron a sentir seguridad sobre lo que estaba haciendo. Aprendí a cuestionarme y ver hasta dónde puedo llegar. Me dieron muchas ganas de ir a otros lados”, comentó. 

Sobre el proyecto, explicó, se intentaba emplear una química verde con la planta ‘chaya maya’, de la cual se tomaba el extracto para hacer emulsiones y generar nanopartículas de oro con aplicaciones en el área biomédica. Esta planta es una flor con cuatro picos, puede ser grande o muy pequeña; se encuentra en todo el país y se utiliza mucho en platillos típicos; incluso crece en el cerro, aunque no todas son funcionales de acuerdo con las condiciones de la zona donde crecen. Las partículas se medían con espectrometría UV y en DLS para determinar la viabilidad de su aplicación, aunque este sistema sigue en proceso de desarrollo. Dichos reactivos no tóxicos tienen propiedades terapéuticas antimicrobianas.

En el verano de 2024, Ximena conoció la Coordinación para la Innovación y Aplicación de la Ciencia y la Tecnología, en San Luis Potosí, trabajando en los proyectos de la Dra. Diana Olivia Rocha Amador y el Dr. Omar Cruz Santiago, los cuales buscaban sustancias tóxicas presentes en los peces de la Laguna de Yuriria. Previamente, se realizó trabajo de campo empleando varios aparatos de investigación. “Fue algo impresionante que nunca pensé hacer en la vida”, dijo.

En este proyecto, también participó Valentina, quien recuerda haber colaborado con dos compañeras de otros campus recolectando heces, muestras de sangre y de cerebro, para determinar posteriormente en el laboratorio si los componentes de los fertilizantes de los cultivos cercanos, que llegan a la laguna por el escurrimiento del agua, estaban dañando el desarrollo de los peces.

“En la carrera, a veces nos encasillamos en lo clínico o las muestras biológicas. Trabajar con animales fue diferente, no estaba acostumbrada a ese tipo de muestreo. Una de las cosas más interesantes fue que usamos una granja de criadero especializada para contrastar con los peces recolectados en la laguna. Notamos una diferencia en el tamaño, el metabolismo y el estrés oxidativo. Me motivaba el aspecto eco-toxicológico y el impacto en la fauna endémica de la región. Esto es parte de nuestra responsabilidad social. Creo que participar en estos proyectos contribuye para visibilizar problemáticas”, señaló la joven.

Por su parte, Paola trabajó en 2024 con el Dr. Francisco Javier Acevedo Aguilar y la Dra. Katarzyna Wrobel realizando la cuantificación de compuestos orgánicos en granos de café de distintos tipos para determinar cuáles son más dañinos para el organismo. Al igual que Ximena, participó en la síntesis de nanopartículas de oro y tuvo la oportunidad de asistir al congreso en Puebla en 2023.

“Es un logro que no habría esperado conseguir en tan corto tiempo, fueron experiencias muy gratificantes y realmente me emocionaron. Los invito a tener esa iniciativa, a participar, salir de su zona de confort y poder buscar más oportunidades para un futuro. Podemos desarrollarnos profesional y personalmente más allá de la universidad”, enunció.

Como complemento a esa invitación, Ximena señaló la importancia de investigar todo lo que implica un verano de la ciencia, buscar un campo del saber que sea de agrado personal y motive expectativas altas, porque “pueden llegar muy lejos, conocer a muchas personas y establecer conexiones clave para su carrera”.

Por último, Valentina expresó: “Los veranos de la ciencia son un reto. Al estar aprendiendo y experimentando es posible obtener un conocimiento más amplio acerca de la sociedad, las problemáticas, lo que ocurre a nuestro alrededor. Es una experiencia muy valiosa”.

La convocatoria para la trigésima edición del “Verano de la Ciencia UG” puede consultarse, tanto por docentes como por estudiantes, en http://ugto.mx/investigacionyposgrado/veranos/. El cierre de inscripciones para la comunidad estudiantil es el próximo 16 de marzo.