‘Donde más barato dan’, era el eslogan de ‘El Gallo del Bajío’, una de las tiendas más importantes de Irapuato a inicios de los setentas, que se encontraba ubicada entre las calles Guerrero y Terán, sin embargo, debido a la inundación del 18 de agosto de 1973, esto cambió. 

Juan Antonio Padilla Rivera, hijo del dueño de esta tienda, relató sus vivencias y de su familia durante el día de la inundación y en días posteriores. Todo comenzó el sábado 18 de agosto, cuando regresaba de Guanajuato capital después de presentar su examen de admisión para la carrera de Arquitectura. 

Era muy temprano cuando tomó el camión y, al llegar a Irapuato, había una extraña sensación en el ambiente. Cuando llegó a su casa, en la colonia La Moderna, su madre lo abrazó; junto a un señor que les ayudaba en la casa, comenzaron a subir lo más que pudieron al segundo piso de su hogar. 

“De repente me salía yo a ver qué pasaba con el agua y, cómo lo escribo ahí en el relato, pues el tema de las películas se hace presente y piensas que se va a venir una ola tremenda de agua. Yo a cada rato salía a la calle y no veía nada, hasta que empezó a llegar algo de agua”, compartió. 

Hasta un metro 70 de altura alcanzó el agua en su casa. Recordó que, la noche del 18 de agosto, veía pasar animales, árboles, llantas e incluso a tres personas, a quienes ayudó a subir a la terraza de su casa. 

El domingo 19, sin el consentimiento de su madre y a sus 17 años, decidió aventurarse y salir para ver cómo se encontraba la ciudad. Desde La Moderna se dirigió hacia la calle Guerrero, en donde vivían familiares que afortunadamente se encontraban bien.

“No sé si el domingo en la noche o el lunes en la madrugada, por ahí empezó a medio bajar el nivel, quedó como unos 30 centímetros, entonces me fui con mi papá a ver el negocio, a ver cómo estaba e íbamos por la calle Guerrero y todo mundo, esperando, saliendo a la calle a platicar con los vecinos, había muchísima gente en la calle. Entonces empieza a gritar uno, ¡Ay viene el agua, ay viene el agua! Y pues todo mundo empezó a ponerse chinito y a ver para dónde corríamos y resulta que era el agua potable, una pipa de agua potable”, mencionó. 

Al llegar a la esquina de Guerrero y Terán, en donde se encontraba la tienda ‘El Gallo del Bajío, se dieron cuenta que todo se había perdido, pues por la presión del agua, la cortina no resistió y todo se inundó, además de que hubo saqueos por parte de vecinos del lugar. 

“Cuando baja la corriente, los vecinos, y digo los vecinos porque ya al paso del tiempo, sí me llegaron a comentar algún vecino que vivió ahí, que sí bajaron y le empezaron a dar cuello a abrir totalmente la cortina, a sacarla del riel y se metieron al negocio, y había carritos de súper, pues los carritos salieron llenos de latería”, relató. 

Antonio Padilla, dijo que al ya no tener nada en el negocio, comenzaron a recoger, pues todos los estantes se encontraban en el piso, botellas rotas, mucho lodo, el cual limpiaron. 

Fue así como una tienda que forma parte de las memorias de cientos de familias irapuatenses, cerró sus puertas después de este trágico acontecimiento en el municipio.