El Premio Nobel de Economía 2024 fue otorgado el pasado mes de octubre a los académicos Daron Acemoglu, estadounidense de origen turco, Simon Johnson, británico, y James A. Robinson, también británico, por sus investigaciones sobre el impacto de las instituciones en la prosperidad y desigualdad económica entre los países.
La aportación de estos tres profesores del Instituto Tecnológico de Massachusetts (Acemoglu y Johnson) y de la Universidad de Chicago (Robinson), según comunicó la Fundación Nobel en Suecia, es relevante pues el 20% de los países más ricos del mundo lo son 30 veces más que el 20% más pobre, situación que ha persistido durante décadas.
El Dr. Alejandro Tatsuo Moreno Okuno, profesor-investigador del Departamento de Economía de la Universidad de Guanajuato (UG), señaló que la pregunta “¿por qué unos países son ricos y otros pobres?” es una inquietud recurrente y fundamental en las investigaciones vinculadas a la Historia Económica y las Ciencias Políticas, la cual cobra especial importancia en el contexto latinoamericano y africano.
Acemoglu, Johnson y Robinson proponen que el tipo de instituciones, inclusivas o extractivas, rigen los sistemas actuales de las naciones y determinan su riqueza y desarrollo. En cuanto a las últimas, heredadas por la colonización, estas impiden el progreso de países que ya cuentan con independencia, han implementado la democracia, generan recursos o han recibido apoyos importantes para ello.
“Cuando sobrevive parte fundamental de esas instituciones, se establecen reglas que guían de la misma manera la interacción” explicó el Dr. Moreno y resaltó que uno de los grandes valores en el trabajo de los premiados es el rigor de la investigación, el cual emplea métodos econométricos y de evidencia empírica, donde las instituciones sirven como una variable instrumental para distinguir las causas de diferentes fenómenos.
En los libros Por qué fracasan los países (Acemoglu y Robinson, 2012), El pasillo estrecho (Acemoglu y Robinson, 2019) y Poder y progreso (Acemoglu y Johnson, 2023), se comparan sociedades con características originales similares, pero con grandes diferencias en el desarrollo económico (Corea del Sur y Corea del Norte, Alemania dividida durante la Guerra Fría) analizando las instituciones políticas, factores sociológicos, elementos culturales y marcos legales.
El estudio en la ciudad de Nogales, dividida por la frontera entre México y Estados Unidos, es uno de los casos más destacados para consolidar la tesis de la investigación, descartando factores geográficos o culturales. El lado norte es más próspero, cuenta con mayores oportunidades educativas, de desarrollo profesional y derechos políticos más amplios para las y los ciudadanos.
Una de las principales conclusiones de los galardonados es que las instituciones económicas extractivas son impulsadas por instituciones políticas del mismo tipo, las cuales generan la concentración del poder en grupos específicos con ganancias a corto plazo, mientras restringen el acceso a oportunidades y recursos para el resto de la población y propician la corrupción.
También observan que la prosperidad depende en gran medida de la capacidad de innovación tecnológica y que los procesos de cambio revolucionario o de transición política no implican una transformación de la estructura institucional. “Que un país llegue a la democracia no garantiza su desarrollo económico”, añadió el economista.
El profesor Moreno Okuno señaló que ninguna institución colonizadora fue inclusiva y distinguió que en países con este tipo de fundamento institucional, como Estados Unidos o Canadá, la inclusión (compartir la riqueza entre todos) se dio solamente entre las personas blancas, mientras que se aisló o exterminó a las poblaciones indígenas, eso sin contar la explotación de las y los esclavos africanos.
Buenos Aires es otro ejemplo, pues se estableció primeramente como una ciudad para actividades extractivas, mas la presencia de una pequeña población indígena no representó una fuerza de trabajo útil y se abandonó. Cien años después, la ciudad se reestableció sin fines de explotación y la prosperidad fue en ascenso.
El profesor universitario destacó el ‘reverso de la fortuna’ ocurrido en zonas latinoamericanas: los lugares donde los colonizadores se asentaron, pues había mayores recursos naturales y poblaciones originarias más grandes, coinciden con los países más ‘pobres’ en la actualidad en cuanto a desarrollo económico y viceversa.
En México, esta huella se evidencia en los altos niveles de corrupción y modelos de explotación laboral y comercial que impactan en todos los tipos de desarrollo. “Ha habido un avance, pero aún quedan vestigios”, dijo el investigador e indicó que implementar instituciones positivas conlleva un proceso paulatino de la mano con una mejora educativa en todos los aspectos (escolar, alimenticio, ético, etc.) que atienda el desarrollo regional.
El jurado del Nobel resaltó los beneficios a largo plazo para todas las naciones que comiencen a implementar instituciones inclusivas. Aunque este premio es un gran paso en la toma de conciencia mundial sobre la problemática, es importante complementar la perspectiva económica con otras cuestiones sociales.
“El Nobel está reconociendo áreas que antes no se tomaban en cuenta, como la desigualdad, la discriminación de género, las instituciones. Creo que la Economía está madurando, pero falta conocer muchos otros aspectos sociales que impactan en el desarrollo”, finalizó el profesor.