Proteger la Reserva de la Biosfera Sierra Gorda de Guanajuato de los incendios forestales es la retribución mínima que se puede hacer por un Área Natural Protegida que además es proveedora de agua limpia, aire puro, y sirve como hábitat para especies de flora y fauna en riesgo.

Las 236 mil 882 hectáreas que la conforman ha llevado a sus principales cuidadores, los pobladores de Cristo Rey, Xichú, y El Carricillo, Atarjea, a transmitir el compromiso de protección de la zona entre generaciones de ambas comunidades: su integrante más joven tiene 19 años y el de mayor edad ronda los 57.

A los integrantes de las brigadas de atención a incendios forestales de Cristo Rey, Xichú, y de manejo del fuego de El Carricillo, Atarjea, “les han inculcado durante años que la Reserva de la Biosfera Sierra Gorda les da de comer y por eso la cuidan como su diamante más valioso”, asegura Humberto Romero Landín, instructor del área de Prevención, Capacitación y Difusión de la Coordinación Estatal de Protección Civil de la Secretaría de Seguridad y Paz.

La tarea de Romero Landín como instructor lleva consigo la experiencia de un combatiente de incendios forestales y se conjuga con el compromiso de los brigadistas para cuidar la Reserva que este año llega a la mayoría de edad como Área Natural Protegida.

Hace 18 años, el 2 de febrero de 2007, un decreto la convirtió en Área Natural Protegida en beneficio de más de 40 especies que la tienen como hábitat. Algunas, previstas en la NOM-059-SEMARNAT-2001 que tiene por objeto identificar las especies o poblaciones de flora y fauna silvestres en riesgo, como el cacomixtle, el zorrillo manchado, el cincuate o serpiente de los elotes, las culebras real potosina, listonada cuello negro y acuática, la rata canguro, el oso negro, el halcón peregrino, la aguililla migratoria mayor, el gavilán bicolor o el ojito de lumbre.

Además, en esta zona se registran temperaturas extremas. Durante el 22 y 23 de enero, cuando Romero Landín estuvo en la comunidad Guadalupe, a las 17:30 horas el termómetro marcaba 9 grados, pero la sensación era de 7. En esas condiciones climáticas, a las que se suelen agregar la neblina o lluvias ligeras, los brigadistas se suben a la torre de vigilancia y cuando detectan algún indicio de incendio o punto de calor empieza su andar, porque son el primer contacto.

“Y no se trata de ir a la esquina. Hacen caminatas de cuatro, cinco o más de seis horas. Entre la sierra van haciendo camino, su brecha, para llegar al punto, enviar las coordenadas exactas y que instancias como la Coordinación Estatal de Protección Civil de la Secretaría de Seguridad y Paz los puedan apoyar”, dijo.

Durante el traslado están expuestos a picaduras o mordeduras de animales venenosos y a caídas, a desbarrancarse en cañones de 200, 300 o hasta 400 metros de profundidad. También para eso se les capacita en primeros auxilios, en cómo atender un esguince, una fractura, la mordedura de alguna serpiente o la picadura de alacranes y arañas.

Sabedores de que la temporada de estiaje se registra de febrero a junio con altas temperaturas y lluvias escasas, Luis Felipe Vázquez Sandoval, director de la Reserva de la Biosfera Sierra Gorda de Guanajuato, solicitó a Luis Antonio Güereca Pérez, titular de la Coordinación Estatal de Protección Civil, un curso de capacitación con el objetivo de fortalecer las capacidades de los brigadistas para atender cualquier situación de riesgo.

Primeros auxilios en los ámbitos forestal y escolar

Acostumbrado al trabajo de campo, Humberto Romero Landín hace una pausa en su quehacer diario para contar de su reciente viaje a la comunidad Guadalupe, en Xichú, a capacitar a los brigadistas de Cristo Rey y El Carricillo en técnicas de primeros auxilios con énfasis en situaciones que podrían surgir en los ámbitos forestal y escolar.

Abarcó el tema escolar porque sin que estuviera prevista su participación, “el maestro de la primaria de la comunidad decidió sumarse, junto con dos mujeres civiles; y es que el docente, originario de Zacatecas, quiso enriquecer los cursos básicos que ya había tomado sobre cómo hacer una curación y lavar o controlar una herida”.

Se trata de que al ser ellos quienes cuidan la Reserva de la Biosfera Sierra Gorda de Guanajuato sepan darse los primeros auxilios entre sí, en caso de que lo requieran cuando estén combatiendo o cuando vayan en camino a combatir los incendios, pues la Sierra Gorda de Guanajuato es así: noble y complicada.

Saliendo a las 11 horas de Puerto Interior, en Silao, Romero Landín tardó seis horas y media en llegar a Xichú, y de la cabecera municipal a Guadalupe el traslado dura de una a dos horas en terracería, dependiendo de las condiciones climáticas.

En temporada de lluvias se deben sortear deslaves, encharcamientos, lodazales y derrumbes. Estas distancias, se recorran caminando o en vehículo, hacen necesario que los brigadistas tomen el curso de Reanimación Cardiopulmonar (RCP) extremo para que el tiempo de respuesta sea menor.

Pero vale la pena, dice Humberto Romero Landín, porque “tanto los brigadistas forestales como los civiles que se incorporaron a la capacitación son gente participativa, muy empática. Vi entre ellos una unión muy significativa y todo es por su sierra, por cuidarla, porque ella es la que los identifica (…) y creo que hasta cierto punto están dispuestos a arriesgar la vida por cuidar su territorio, su herencia, como le dicen ellos”.