Cuarenta años después de que se reportaran los primeros casos conocidos de Sida, la enfermedad que ha causado casi 35 millones de muertes ha bajado en incidencia desde su pico en los años 90, pero se teme que no lo suficiente para lograr el objetivo de erradicarla en 2030, admite un documento de la ONU.

El informe del Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/Sida (Onusida), que se publica dos días antes de la efeméride y a pocos días de que la Asamblea General de la ONU celebre su quinta sesión de alto nivel sobre el tema, muestra que se ha progresado mucho en la lucha, aunque ese progreso se ha frenado en los últimos años y más con la pandemia de COVID-19.

El triple de infecciones de lo esperado

Ello, admite Onusida, pone muy difícil que se logre el Objetivo de Desarrollo Sostenible de erradicar completamente la enfermedad en 2030. Las distintas etapas de ese plan establecían que en 2020 solo debía haber en el mundo 500 mil infecciones de VIH (virus causante del Sida), pero la cifra real el pasado año fue de 1.5 millones.

También se había fijado para 2020 el objetivo “90-90-90”: que un 90 por ciento de los seropositivos conocieran su situación y que un porcentaje idéntico tuviera acceso a tratamientos y no tuviera en su organismo carga viral, pero esos porcentajes actualmente son del 84, el 73 y el 66 por ciento, respectivamente.

El freno en la lucha contra el VIH/Sida se hace más patente en las inversiones globales para hacerle frente pues aumentaron 75 por ciento en el lustro 2005-2009, solo 26 por ciento en el siguiente, y apenas 2 por ciento entre 2015 y 2019. Para 2020 se esperaba que se gastaran 26 mil millones de dólares y sólo se alcanzaron 20 mil millones.

“El mundo no puede permitirse invertir menos de lo necesario en preparación y respuesta a la pandemia”, advirtió al presentarse el informe la directora ejecutiva de Onusida, la ugandesa Winnie Byanyima.

Pese a todo, las cifras en continuo descenso desde hace dos décadas, justo el periodo en el que la Asamblea General de la ONU ha celebrado reuniones quinquenales de alto nivel sobre el VIH/Sida, invitan al optimismo.

Desde 1998, el año en el que hubo más infecciones de VIH (2.8 millones) estas se han reducido en 47 por ciento, hasta 1.5 millones el pasado año, y las muertes, tras su pico en 2004 (1.8 millones), cayeron 61 por ciento, hasta 690 mil el pasado año, aunque el objetivo de Naciones Unidas es reducir ese número a 250 mil en 2025.

El mayor acceso a terapias marcó el principio del fin

Más espectacular ha sido el aumento de personas con acceso a antirretrovirales, de solo 560 mil a principios de este siglo (una de cada 40) a 27.4 millones en la actualidad, tres cuartas partes del total de personas que viven con el VIH (37.6 millones).

Onusida estima que el mayor acceso a esos tratamientos ha salvado 18 millones de vidas en los últimos 20 años.

África sigue concentrando actualmente buena parte de los seropositivos (25.3 millones) y de las muertes relacionadas con el Sida (460 mil en 2020), seguida por Asia (5.7 millones de seropositivos y 140 mil muertes).

En Latinoamérica viven 2.1 millones de personas con el virus VIH (de los que solo 1.4 millones tienen acceso a tratamientos) y 32 mil personas murieron de enfermedades derivadas del Sida el pasado año.

Desde que la epidemia comenzara, con los primeros casos diagnosticados a principios de los años 80, 77.5 millones de personas contrajeron el virus VIH.

El 5 de junio de 1981 el Morbidity and Mortality Weekly Report informó de cinco casos de neumonía por un hongo denominado entonces “pneumocystis carinii“, ligado a una supresión del sistema inmunológico, en cinco jóvenes de Los Ángeles (EEUU), lo que se considera el primer registro oficial de enfermos de sida.

“Muchos países han mostrado que una pandemia que parecía inexpugnable hace 20 años puede ser controlada, pero en otras regiones todavía se está lejos de ello”, concluye el informe de Onusida.

El documento también recuerda que muchos seropositivos siguen sufriendo discriminación por esta condición, una marginación que se extiende también a colectivos enteros por su identidad de género, su orientación sexual o su forma de vida.

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