La Semana Santa es, para millones de personas en el mundo, un tiempo de profunda reflexión espiritual. En el caso de los once Centros Estatales de Prevención y Reinserción Social (Cepreresos) del Estado de Guanajuato, este periodo también se vivió con respeto, esperanza y pleno reconocimiento a la libertad religiosa de las personas privadas de la libertad.
A lo largo de la Semana Mayor —que este año transcurrió del 13 al 20 de abril— se llevaron a cabo diversas actividades religiosas garantizando el libre ejercicio de la fe como parte del derecho a la dignidad y la espiritualidad, coordinadas con el apoyo de los grupos de Pastoral Penitenciaria.
La religión, en contextos de privación de la libertad, puede representar consuelo emocional y espiritual para quienes buscan un nuevo comienzo. Es por ello que durante estos días, actos como el Lavatorio de pies, la representación del Viacrucis viviente o la conmemoración de la Última Cena, sirvieron como manifestaciones de fe, introspección y reconciliación interior para cientos de personas privadas de la libertad.
El Lavatorio de pies, que rememora el gesto de humildad de Jesús hacia sus discípulos, se vivió como un ejercicio simbólico de respeto, empatía y servicio mutuo entre las propias personas privadas de la libertad. Por su parte, la Última Cena se convirtió en un momento de convivencia, fraternidad y sentido de comunidad.
Uno de los momentos más significativos fue la representación del Viacrucis viviente, que permitió a los participantes identificarse con el dolor, el arrepentimiento y la posibilidad de redención. Para muchos, cada estación del Viacrucis encontró un vínculo con su propia historia personal y abrió paso a una narrativa de fe, perdón y transformación.
Estas actividades también contribuyeron a fortalecer el tejido emocional, la convivencia pacífica dentro de los centros penitenciarios y abonan a uno de los pilares de la reinserción: la paz interior.
En Guanajuato, el respeto al libre ejercicio religioso es un derecho y una herramienta importante en la construcción de nuevas oportunidades para las personas privadas de la libertad, pues a través de la práctica espiritual, se abre la posibilidad de reconciliación consigo mismos, con sus familias y con la sociedad.
Con estas acciones, el Gobierno de la Gente, a través de la Secretaría de Seguridad y Paz, reafirma su compromiso con una reinserción digna, humana y cercana, donde cada persona tenga la posibilidad de reconstruir su historia. Porque la paz también se construye con segundas oportunidades.