El 21 de mayo se conmemoran treinta años desde que la autonomía de la Universidad de Guanajuato (UG) entró vigor, facultad que le permite detonar su crecimiento y elevar la calidad educativa al elegir a sus autoridades a través de mecanismos de régimen interno, incorporar a personal académico y distribuir los recursos públicos que se destinan a ella.
La historia de la autonomía universitaria en la UG constituye un proceso pacífico de reflexión pausada y de madurez en su comunidad. Este comenzó desde 1993, cuando el Honorable Consejo Universitario inició las discusiones sobre las vías para tener mayor libertad en sus gestiones, disponer de los recursos y realizar sus funciones sustantivas.
Según cuenta el Dr. Aureliano Ortega Esquivel, profesor universitario desde 1980 y participante activo del quehacer institucional en diversos ámbitos, hubo antecedentes de las inquietudes de jóvenes docentes y estudiantes sobre el tema; sin embargo, la iniciativa partió de la motivación del gobierno federal para descentralizar a las universidades públicas que aún dependían de la tutela gubernamental.
En mayo de 1993, se conformó la Comisión de la Reforma Normativa con integrantes del Consejo Universitario, donde destacó una fuerte representación del alumnado y se organizaron foros de consulta, paneles, conferencias, encuentros con especialistas, juristas e investigadore(a)s, así como con estudiantes, docentes y personal administrativo de la comunidad universitaria, para considerar las condiciones óptimas en el cambio de régimen.
La Dra. Artemisa Helguera Arellano, quien fue estudiante, consejera y formó parte de la comisión correspondiente durante el periodo de transición a la autonomía, rememoró: “Fue muy cansado, con reuniones que duraban muchísimo; salimos a las sedes para escuchar a personajes del ámbito universitario con trayectoria internacional y nosotros otros teníamos que analizar y discutir, recuperar lo que pensábamos que podría aplicarse”.
Luego de arduas labores, el 27 de abril de 1994 se presentó la iniciativa de Ley Orgánica ante el Congreso del Estado de Guanajuato. El 11 de mayo, la LV Legislatura aprobó dicha ley concediendo el carácter de institución educativa autónoma, mismo que entró en vigor el 21de mayo.
Aprender a autogobernarse fue un gran reto. Como miembro de la Comisión de Reglamentos en aquella época, el Dr. Ortega relató: “Los primeros seis años fueron intensos; elaboramos cerca de quince reglamentos, entre ellos, el que se conoce como Estatuto Orgánico y el del profesorado sobre la relación laboral y académica. Se requirieron muchos años para llegar a acuerdo definitivos; en las reuniones se planteaba qué tipo de universidad queríamos; eso generó una identidad institucional y convirtió a la UG en una entidad importante, en ese tiempo, para la política general y la administración pública, se tenía interés en la perspectiva universitaria de sus grupos y miembros”.
En 2007, con afán de pulir y actualizar algunos aspectos de la organización universitaria, se propusieron ajustes a la normatividad. El 31 de mayo, la LX Legislatura del Congreso del Estado aprobó la Nueva Ley Orgánica, misma que se publicó el 15 de junio en el Diario Oficial de Estado de Guanajuato y se aplicó a partir del 15 de octubre hasta la fecha. Luego se reformó la estructura universitaria con la conformación de cuatro campus y un Colegio de Nivel Medio Superior, proceso que concluyó en 2008 para acercar la oferta educativa a las zonas donde se requiere con diversas entidades académicas.
Como observadora y partícipe de la vida institucional, la Dra. Helguera señala tres cambios fundamentes a partir de la autonomía universitaria: la apertura al diálogo en los órganos colegiados, la participación de la comunidad estudiantil y la presencia del liderazgo de las mujeres. “Antes, teníamos un poco la postura ‘¿para qué discuto si la resolución ya está tomada?’. A partir de ahí, nos involucramos para actuar y decir lo que pensábamos. (…) En la actualidad, la ausencia de las mujeres sería impensable; cuando fui electa como representante, eso era inusual; ahora tenemos a una rectora, hemos tenido secretarias generales”, relató.
Helguera considera un reto el seguir encontrando “los puntos que nos unen, hallar caminos en común” y explicó que, tal como ocurre con la autonomía de un país, es crucial recordar constantemente la posesión de esta facultad, “seguir luchando por mantenerla; en principio, encontrar la autonomía personal para llegar a la autonomía intelectual, científica y artística de nuestra Casa de Estudios”.
Por su parte, el Dr. Ortega, como especialista en Filosofía, cultura y política, comentó: “La autonomía ha permitido a la institución sustraerse del ruido, no ser empleada como un arma arrojadiza dentro de un diálogo de sordos. En general, se ha respetado esa facultad por parte de los poderes ejecutivo y legislativo, se le ha dejado ser”, y señaló necesario el construir ahora condiciones para tener la capacidad, en un futuro, de generar recursos propios con un sistema de financiamiento alterno que garantice, a su vez, la autonomía académica.
En 2015, la Universidad de Guanajuato fue reconocida como Universidad Benemérita por sus aportaciones a la educación, la ciencia, el arte y la cultura tanto a nivel estatal como nacional. La “Colmena legendaria” cuenta con 292 años siendo un referente de excelencia educativa con 229 programas que no dejan de sumar logros y consolidan su legado de responsabilidad y libertad.

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