Hablar de David Huerta (1949-2022 CDMX) es pensar en un gran escritor con una sobresaliente calidad humana, quien forjó un gran legado en las letras mexicanas, mismo que seguirá presente tras su partida, según la descripción de sus semejantes. En entrevista con el Dr. Carlos Ulises Mata, colega y amigo cercano al poeta David Huerta, así como, con el Dr. Andreas Kurtz, director y profesor del Departamento de Letras Hispánicas de la UG, compartieron desde sus perspectivas quién fue dicho personaje célebre para la cultura mexicana, así como la huella invaluable que deja para la Universidad de Guanajuato.
¿Quién era David Huerta?
Dr. Carlos Ulises: Un gran escritor y una gran persona. Nació el 8 de octubre de
1949 en Ciudad de México y murió allí mismo cinco días antes de cumplir 73 años, el pasado lunes 3 de octubre.
Como escritor exploró todos los géneros y logró la excelencia en todos. Es cierto que se le identifica primero que nada como poeta y, sin duda (no lo digo yo sino la crítica especializada), es uno de los más importantes del Siglo XX, no sólo de México, sino de la lengua española.
Su otra faceta clave fue la de maestro (UNAM/UACM) con una forma natural cuando conversaba y hablaba de libros, de las cosas que intuía. Tenía una inteligencia descomunal.
Dr. Andreas Kurtz: Es muy difícil apreciar la importancia de un poeta (…) pero David, no solo se hizo su nombre muy, muy importante, y muy decisivo en las letras mexicanas, con una poesía que es sumamente humana, que es formalmente perfecta y que atiende sencillamente problemáticas que concierne a cualquier individuo. No solo se hizo un hombre como poeta en este sentido, sino, también se hizo un nombre como una figura muy consciente de las problemáticas sociales que le tocan vivir a México, le tocan vivir sobre todo a jóvenes estudiantes y preservó siempre una humanidad, una modestia, que realmente es algo excepcional.
¿Cuáles fueron algunos de sus vínculos con Guanajuato y con la UG?
Dr. Carlos Ulises: Muchos y de diversos tipos. El más directo fue la condición guanajuatense de su padre, el poeta Efraín Huerta, nacido en Silao en 1914, que lo llevó a sentirse hijo adoptivo del estado. Los vínculos sucesivos se hicieron en los últimos treinta años y se asociaron siempre con la pasión académica y literaria de David.
Primero un dato desconocido: en abril de 1970, cuando tenía 20 años y nadie sabía de él, se publicaron en la Revista de la Universidad de Guanajuato cinco poemas suyos, seguramente por invitación de Margarita Villaseñor, su directora. Más de dos décadas después, en 1993, ya siendo un poeta reconocido, dio en Guanajuato el segundo de sus cursos de literatura contemporánea, que con los años se volvieron célebres. En 1995 presentó aquí la antología Efraín Huerta para universitarios (1994), coeditada por la UG.
En el resto de esa década, David vino otras veces a la UG o a la ciudad, invitado por escritores amigos suyos, egresados todos de la UG.
Dr. Andreas Kurtz: Hay un vínculo muy estrecho del nombre “Huerta” con el Departamento de Letras Hispánicas; estudiantes del departamento organizan año por año el Coloquio “Efraín Huerta” en honor al padre de David Huerta, uno de los grandes poetas de la literatura mexicana. Su hijo -David- en varias ocasiones estuvo en ese coloquio, en la Universidad de Guanajuato para presentar parte de su poesía, para presentar libros, para hablar sobre diversos temas. Realmente se dio un vínculo muy estrecho, con la poesía de padre e hijo Huerta.
Es derivado de estos coloquios que se dio un acto invaluable hacía la UG, pero en especial a la comunidad estudiantil, la cuenta el doctor Carlos Ulises en respuesta a una invitación de jóvenes universitarios/as, quienes le pidieron participar en el XIV Coloquio Nacional “Efraín Huerta”, al aceptar venir a dar lo que él llamaba una “conferencia conversada”, “se le ocurrió que sería buena idea concretar durante el coloquio una donación de la que veníamos hablando desde meses atrás” recordó.
Valor íntimo de la donación de una parte de la Biblioteca personal de David Huerta a la UG
Dr. Carlos Ulises: Significa la entrega de una parte sustantiva, esencial y diré que hasta íntima de su formación y su trayectoria como lector y escritor. Y, por otro lado, la posibilidad de considerar esos libros no sólo como instrumentos de lectura, sino también como objetos de estudio, puesto que pertenecieron a un escritor mayor de nuestra tradición.
Partió de una idea espléndida: donar “a la Valenciana” (como él decía) libros de su biblioteca personal, o sea, libros que él había leído, anotado, llevado de aquí para allá, que le hubieran gustado y de los cuales estuviera seguro de que quería poner en manos distintas a las suyas.
Recuerdo que fue un acto muy sencillo y, a la vez, cargado de emoción. David hizo una reflexión muy bella sobre las bibliotecas personales y la necesidad de extender su perduración poniendo sus ejemplares en manos de personas queridas o de las nuevas generaciones, evitando además de esa manera el riesgo de su dispersión o trasladar a los familiares la difícil tarea de decidir su destino. Recuerdo que confesó que de muchos de ellos le costó trabajo desprenderse, porque lo habían acompañado y les debía aprendizajes memorables, pero que estaba contento de su decisión.
A la salida del acto, nos dijo que se iba “tranquilo y satisfecho”, que le había encantado que la UG expresara su compromiso de establecer las medidas apropiadas para asegurar la preservación y difusión de los libros, para considerarlos parte del Patrimonio Cultural de la institución y conservarlos como colección unitaria no sujeta a la dispersión en sedes diferentes. Y sobre todo para darlos a leer a quienquiera que se interese en ellos.
Respecto al contenido, hay en esa colección una muestra sintética pero elocuente de los múltiples intereses de David Huerta: la poesía, la novela, la historia, el ensayo literario, político y filosófico, el arte universal, las ciencias del lenguaje y los idiomas; hay títulos en inglés, francés y español, y sus autores pertenecen a una muy amplia variedad de épocas y geografías.
¿Cuál es el legado que deja David Huerta en las letras mexicanas, luego de su despedida final?
Dr. Carlos Ulises: Me atrevo a decir que es un legado vastísimo, que felizmente nos llevará décadas terminar de explorar, por la doble razón de que es extenso (unos treinta libros) y complejo, retador a la sensibilidad y la inteligencia. También lo creo porque el de David Huerta es un legado depositado tanto en sus libros -los publicados y los que seguramente saldrán póstumamente, de poemas, de crónicas, de ensayos literarios e históricos que no llegó a reunir- como en las enseñanzas que dejó y en la marca de rigor que transmitió a sus discípulos. Esa convicción estuvo en el ambiente los días de su funeral: la gente joven y hasta la de su edad y sus mayores hablaban de él como de una persona de quien habían aprendido cosas esenciales para sus vidas.
Dr. Andreas Kurtz: Creo personalmente, que su gran legado es su modestia y el saber que todos nosotros, no importa a qué disciplina o profesión, somos en realidad sirvientes del lenguaje. Su gran legado en este sentido es su modestia también frente al lenguaje sabiendo exactamente que el lenguaje es lo que usamos para comunicarnos, pero también es ese instrumento que nos crea a nosotros y del que dependemos. Eso creo que es realmente su gran legado, una modestia personal, una modestia intelectual, una modestia de poeta y una modestia frente al lenguaje.
Entre las obras recomendadas se encuentran: “El desprendimiento” (1972-2020) por la editorial Galaxia Gutenberg (2021), una antología que describen, David Huerta llamó “el libro de mi vida”, porque sentía que la resumía al poner en 400 páginas una especie de síntesis de 50 años de escritura. Así como: “Incurable”, “Los instrumentos de la pasión”. Cabe recordar en la Universidad de Guanajuato se publicó “A la salud del incurable. Homenaje a David Huerta” libro coordinado por Fernando Fernández y Carlos Ulises Mata.